Las pruebas de embarazo funcionan midiendo una hormona llamada gonadotropina coriónica humana (hCG). La hCG es la primera hormona que produce su cuerpo después de que un óvulo fertilizado comienza a adherirse e implantarse en la pared del útero. Los cuerpos de las mujeres comienzan a producir hCG aproximadamente 6 días después de la fertilización y los niveles de hCG se duplican cada 2 o 3 días al principio del embarazo.
Hay dos tipos principales de pruebas de embarazo: las que miden los niveles de hCG en la orina y las que miden los niveles de hCG en la sangre. Las pruebas de embarazo en orina están disponibles sin receta y se pueden hacer en casa. Los análisis de sangre de hCG se utilizan en el entorno clínico y son ordenados por médicos o parteras. Los resultados de las pruebas de orina suelen estar disponibles en cuestión de minutos, mientras que las pruebas de embarazo en sangre pueden tardar varios días y, en algunos casos, hasta una semana en dar resultados. Todas las pruebas de embarazo caseras positivas deben confirmarse mediante pruebas que miden la cantidad de hCG presente en la sangre en el consultorio de su médico.
Se recomienda que las mujeres esperen para hacerse la prueba hasta el primer día de su período perdido para obtener resultados óptimos. Sin embargo, en algunos casos, esto podría ser demasiado pronto para que haya niveles de hCG lo suficientemente altos como para que una prueba se registre como positiva. Debido a esto, los expertos recomiendan que todas las pruebas de embarazo caseras negativas se repitan aproximadamente una semana después para confirmar los resultados. Hay algunas pruebas de embarazo caseras que se comercializan para su uso tan pronto como una semana antes de la fecha prevista para el período, pero estas pruebas tienen una tasa más alta de resultados de pruebas de embarazo falsos negativos que las pruebas de embarazo caseras tradicionales.
